1 de noviembre de 2007

ESTILO

Doy por sentado la existencia de cosas,
creyendo que han existido siempre. Y
se han mudado. Se han casado. Por eso
ya no miro las estrellas.1


Un conjunto de acontecimientos en relación a una persona que, a su vez, participa o entrecruza acontecimientos de otras personas puede definirse como la vida. Seguramente. Pero no es otra cosa que lo inevitable. La vida la están dando en el cine de la otra cuadra mientras vos aquí. Cierto parpadeo denuncia que has visto. Nada al principio y después la conmoción desatada. Despierta y con hambre. Esto también es el miedo. Su voz no coincide. Sus pechos pueden ser más chicos. Esto es eventual, o tiene que ver con el tacto, pero su voz. Un viaje en medio de la lluvia en vísperas del año nuevo hacia lo desconocido: la familia. Durante veinte años ha evitado cuidadosamente a su familia. Está mal. No ha sido cuidadoso. La torpeza más prosaica ha dominado su relación con ellos. Y ahora que la distancia ha metido los dientes en el costado rompiendo todo lo que encuentra a su paso, el penetra al interior de sus vidas. Encuentra que se parecen a él más que él mismo. Todo esto es producto del esfuerzo por no parecer. Sucede que la primera impresión ajusta de forma indecente con lo próximo. Próximo hasta la enfermedad. Marca de agua tal vez. Está pero hay que fijarse bien. En medio del agua una mujer vagamente conocida detiene el transporte. Tiene el pelo teñido a suave rojo. Miro hasta que entiendo. Puede ser que ella cuando guarda su boleto, en el movimiento que los ojos realizan desde abajo hacia el frente, mire. Me estremezco y calculo -en el mismo movimiento- que edad tiene ahora. Hace diez años pero su voz. Varios pueblos después desciende y en el último instante su voz me dice que no es. No importa. El agua también se ha ido, en algún momento, como saludando, como coincidiendo. O solamente sabe de los hombres que han muerto cuando juntan el desamor y la lluvia. Nunca había tenido un regalo así. En las últimas horas de un mal año el dado tambalea y entre un cinco y un tres muerde un grano de azúcar y planta un dos. Está bien. Se vive para eso. Cuente la plata, sea generoso con la diferencia. En la madrugada sesgada por los perros que no callan, un hombre ha vuelto de la paralizante visión de un país que nunca tuvo rumbo pero quiso creer, a veces, que lo tenía. No torturado este hombre. No perseguido este hombre. Ningún titulo. Un hombre curado de la patria desanuda su infancia. Sabe ahora que puede vivir aquí. A pesar de todo no pesando nada.

Debe escribir? la mujer sigue hasta el fondo y sólo después de un rato puede darse vuelta, caminar a su casa, mirar esas fotos, releer esas cartas. No. No debe. La mujer desciende y él la sigue. Cambia algunas palabras con un ordenanza. Una columna la cubre casi por completo cuando el transporte abandona la plataforma. No importa. En ese momento su risa vuelve. Como un cristal se raja a altísima velocidad, como si nunca fuese a terminar. Entonces respiro.


Samuel White
live in América
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1 Alejandro Dolina. La venganza será terrible. Algún programa de 1997.

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